Por Rafael Díaz
Sin Historia no hay posibilidad de acometer el presente.
No te puedes mover por el presente, no puedes actuar en él.
Conocer la Historia, sus mecanismos de análisis, de comprensión, te da la sabiduría del tablero…
Arturo Pérez-Reverte
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado…
Karl Marx
La Historia que Debe Repetirse
1854. Apenas habían pasado diez años de la Declaración de Independencia, del grito de: “…Separación, Dios, Patria y Libertad”, documentado en el Manifiesto de Enero del 1844. El país se encontraba aún en pañales, acosado por las divisiones intestinas manifiestas en las dos constituciones, una limitando el poder del Ejecutivo, y la otra que respondía a los deseos del General Santana.
La debilidad económica y militar del país eran evidentes, lo cual generó un interés particular de las potencias de entonces en hacerse con el control total o parcial de la nueva república.
Los Estados Unidos, mostraron interés particular en la Bahía de Samaná. Las razones eran obvias: acceso a una de las tres rutas de entrada al Mar Caribe, instalar una base militar estratégica, y seguir expandiendo su territorio, apoyándose en su Destino Manifiesto.
Utilizando al enviado especial William Leslie Cazneau, ofrecieron a la República Dominicana el reconocimiento diplomático a cambio de “…las ventajas que los Estados Unidos esperan derivar de la posesión y control de una porción del territorio en la Bahía de Samaná…”, instrucciones del Secretario de Estado William Marcy.
Francia e Inglaterra, quienes tenían territorios en el Caribe, y también habían manifestado su interés en Samaná, querían frustrar los deseos de Estados Unidos.
Ambos exhibieron sus capacidades militares enviando fragatas, bergantines, vapores; Inglaterra por ejemplo, mantenía “… una flota a la distancia de mosquete … y el vapor de guerra S.M.B. Argus…”.
Los Estados Unidos tenían poderío militar en la Bahía, la Corbeta Talmouth y el vapor de guerra Fulton, que hacía prácticas de tiro de cañón diariamente.
Intimidaron al Congreso Dominicano para que firmasen un Tratado de Cesión Territorial a través del cual les fuese entregado el territorio deseado. También iniciaron una agresiva correspondencia diplomática orientada a disuadir a Francia e Inglaterra de interferir en sus asuntos.
El Tratado fue firmado el 5 de Octubre de 1854 y esperaba ser ratificado; previa ratificación, se sugirió una enmienda al Artículo III, bajo el temor de que se implementase en el país un régimen esclavista como existía en Estados Unidos.
Se solicitaba la concesión a los dominicanos de todos los derechos y prerrogativas que los estadounidenses gozaban en la República Dominicana, sin distinción de raza o color. Esta pequeña enmienda cambió el juego pues hacía imposible que el congreso estadounidense aprobase el Tratado por la segregación racial existente en dicho país.
Esta sugerencia atribuida al británico Teodoro Stanley Henneken, o al Cónsul Francés en Haití, Raybaud, impidió la firma del Tratado. Ya fuese el inglés o el francés, conocían las reglas de juego del momento, la situación sociopolítica estadounidense, y las usaron a favor nuestro.
Descripción adaptada del libro “Las Raíces Dominicanas de la Doctrina de Monroe” de Pedro Mir.
2015. A 70 años de la Segunda Guerra Mundial, existen reglas de juego establecidas en 1945, donde se concedió el derecho de veto a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Esta capacidad permite anular cualquier decisión que afecte los intereses de uno de los miembros permanentes.
La República Dominicana se encuentra bajo fuego cruzado de ONGs, Haití, CARICOM, Estados Unidos y otros países con capacidades económicas, políticas y diplomáticas muy superiores a la suya, situación similar a la que enfrentó en 1845.
En la epidermis, parece derivado de la definición de nacionalidad, expresada por la Sentencia 168-13, evacuada por el Tribunal Constitucional, y regularizar el estatus de los inscritos irregularmente en el Registro Civil vía Ley 169-14.
Hay grupos que hablan de intervención militar, utilizando supuestas violaciones a los Derechos Humanos como excusa, doctrina superpuesta a la Soberanía; de Kosovización de la Frontera; y los radicales hablan de fusionar las repúblicas existentes en La Española.
Otros ven razones económicas detrás de la máscara: la existencia de Oro en la frontera dominico-haitiana, Petróleo y bancos de pesca abundantes en aguas dominicanas, etc.
Independientemente de las razones argumentadas para justificar cualquier acción intrusiva, será necesario que se emita una resolución del Consejo de Seguridad para avalarla, a menos que se utilice la estrategia de la OEA de 1965, o se tome una acción unilateral preventiva, argumentando daño a intereses nacionales.
La República Dominicana tiene en sus manos las herramientas para jugar con las reglas de juego actuales y neutralizar las amenazas. Solo necesitamos asegurar el apoyo de un aliado con músculos económicos, políticos y militares, y capacidad de veto.
Una alianza estratégica lograda con acuerdos económicos, acceso a bahías y zonas estratégicas a cambio de apoyo militar, si fuese necesario, y que garantice un veto a nuestro favor. Un aliado clave puede conseguir lo que consiguió la sugerencia de la enmienda al Tratado de Cesión Territorial de Samaná.